Panorama

Está mi alma herida, turbada y flaca por no alimentarse de congruentes percepciones. Tengo la razón sin razón y con razón esta se queja. Me inundan los lamentos, me grita la consciencia, pero esta sordo el pensamiento, este no escucha. ¿O lo habrán dejado sordo de escuchar tantos insultos? Ciertamente, mi pensamiento quedó sordo de escuchar el estruendo de los que marchan. Ayer marcharon, hoy marchan, mañana marcharan. Marchan éstos y los otros. ¿Hasta cuando marcharán? ¿Hasta cuando se marcharán los que promueven vanas percepciones? Me gustan las preguntas: ¿Cuantas cosas más podré escuchar? Que no explote mi razón por el ruido de las cosas ni por el ruido de las causas. Las causas reinan en este mundo. Cada quien tiene su causa. Cada quien tiene su mundo. Y quieren tener una mejor causa para tener un mejor mundo. Es un mundo de alianzas. A veces falta la razón, a veces gritan los que marchan y se agitan por sus causas. Pero yo tengo la Alianza, que alimenta mi alma herida y que consu

Aunque las evidencias del atentado al presidente fueron atenuadas por el mismo, y aun queriendo ocultar la realidad, hay que reconocer que cualquier situación de esta naturaleza, conceptualizada en formas disimiles o perversas, en sí, constituye una flagrante falta de respeto a la condición que ostenta como máxima autoridad del país. Es de condenar que seguimos en la cultura del irrespeto, vista aun en personas que no poseen precisamente la misma calidad de persona y rango del primer mandatario. En tal virtud se considera inicuo incurrir en la aquiescencia de este vulgar desfase. No importando el tipo de sentimiento que marco el hecho. Lo imperdonable radica en que siendo la autoridad máxima de este país merece el respeto del pueblo hondureño, respeto que ha adquirido internacionalmente, además de visible e innegable. ¿Por qué entonces, no le damos la misma dimensión de respeto que le dan no solo los presidentes sino los representantes de otras naciones? Da vergüenza este hecho incoher